"Parece un viejo hablando". Esta frase se pronuncia de forma
habitual al escuchar a un niño que utiliza un lenguaje y expresiones poco
acordes con su edad. La clave no está en los años, sino en la capacidad de
razonamiento verbal del infante. Esta habilidad responde al potencial
lingüístico y a la destreza para comprender conceptos y analizarlos, que se
adquiere a lo largo de la vida. Proporciona al hablante los medios
intelectuales necesarios para hacer un uso adecuado de la lengua y procesar la
información que recibe de su entorno. No consiste sólo en tener un vocabulario
amplio, sino que implica también la capacidad para clasificarlo, ordenarlo y
relacionar entre sí los significados.
La habilidad para el razonamiento verbal no es una capacidad innata en
los niños, aunque algunos tengan más potencial que otros. Lo fundamental es que
cuenten con un entorno académico y familiar que les ayude a desarrollarla. No
es una tarea difícil. Actos tan sencillos como invitar al niño a escuchar
conversaciones de personas mayores, leerles a menudo, llevarles al teatro, a
representaciones de cuentacuentos o títeres, pueden ayudarles de manera
significativa a que desarrollen nuevas formas de expresión.